II. MARA EL ENCANTO DEL IMPOSIBLE

 “La calle estaba fría. Yo, mal.

Hay veces que necesitas una copa.

Hacía días que me rondaba una turbulencia verdosa de las que acorralan el cerebro, y me sentía incapaz de poder eludirla. Nunca pensé que iba a tener que vérmelas con tanta decrepitud. Me siento fuera de cualquier escala de valores, pero sigo enredado en lo humano. ¿Qué valores? Absolutamente todos los que pueda tener un humano. De ahí el amargo alcance del conflicto: haber sobrepasado todo posible valor y seguir de cuatro patas en la limitación. La incapacidad de trascender lo limitado te hace pensar en cualquier forma de aniquilación. Seguramente el mortal desespero de muchos románticos: ante la imposibilidad de alcanzar la Infinitud intuida se hace más llevadera la Muerte. Otra.

Una más, para ver si las próximas cartas vienen mejores.

O vienen nereidas voluptuosas que se nos abran de piernas y nos embelesen. Lo mío era distinto. Contrario, para ser exactos: una vez transcendida la limitación, negarse a soportar el regreso a la índole limitada de lo humano. A volver a ser miserable después de experimentar todas las glorias. Perder las posesiones materiales se queda en un juego de niños comparado con la ingente tarea de tener que comprimir de nuevo un espíritu que experimentó la ilimitación.

Lo inmenso no tiene marcha atrás.